Hace siete años que te encontré sin siquiera buscarte. Coronada por laureles y musa de Petrarca, tu belleza no entiende de límites ni de matices. Un amor tejido en el devenir del tiempo, como si fueran versos caprichosos trenzados en silencio. Tu presencia me convierte en un dios vanidoso, mas soy consciente del pecado cometido. Dispuesto estoy a pagar el precio, porque imaginar la vida sin tu amor sería igual que imaginar un mundo donde no existe el cielo.