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Mostrando entradas de abril, 2012

La socialdemocracia: una estrategia evolutivamente estable

Mi intención en el siguiente ensayo es hacer una defensa de la socialdemocracia en base a un estudio interdisciplinar que aúna toda una serie de disciplinas como pueden ser la biología, la ética o la economía. Trato de mostrar que una postura relativista en lo que respecta a las ciencias humanas es, desde principio a fin, insostenible. El hilo conductor de todo lo que se va a exponer aquí no responde sino al interés -básico- de buscar el mejor modelo de conocimiento posible. Ello requiere un importante esfuerzo por juntar dominios y formas de pensamiento muy dispersos y alejados entre sí. Esto último no quiere decir que no sea posible, pero desde luego no es tarea de un sólo día. En primer lugar y antes de nada, me gustaría definir brevemente mi idea de lo que es la socialdemocracia, de tal modo que se eviten equívocos innecesarios y entorpecedores. La socialdemocracia no es sino la defensa del socialismo desde una estricta y firme base democrática. Esto es, la socialdemocracia s

Antihumanismo

Nunca he creído en la especificidad del ser humano. Me es imposible aceptar que el hombre, con tantos defectos y tan pocas virtudes, sea el producto o resultado de un plan divino. Considero absurda la idea de que Dios creará una criatura tan despiadada, ruin e idiota a su imagen y semejanza. Creo -más bien- que el ser humano no es sino un pequeño residuo, un desecho de algo mucho más importante y valioso. Proclamamos un abismo ontológico entre nosotros y el resto de cosas existentes. Así, nos alimentamos del resto de animales sin ningún pudor; manipulamos la Naturaleza a nuestro antojo; destruimos todo a nuestro paso. Nos creemos amos y dueños del Universo, sin darnos cuenta (pobre de nosotros) que no somos sino un pequeño guijarro en mitad de un vasto y ancho río. En verdad, todo cuanto el hombre toca se adultera, se pervierte. Hablamos de ética, pero no somos nada éticos; somos egoístas, interesados e hipócritas.  Decía Nietzsche que Dios había muerto, yo os digo que quien