Una cultura que evita toda reflexión acerca de la muerte es inexorablemente una cultura que rechaza la vida y la dignidad inherente a ella. Pues solo desde la conciencia radical de nuestra finitud, de nuestra absoluta y irremediable contingencia, adquiere la vida algún tipo de valor, algún tipo de significado. Entonces, cabe preguntarse por qué el tema de la muerte es tabú, y cuáles son las causas que hacen que dicho tabú perdure en el tiempo. Es cierto. Hoy día, y desde hace mucho tiempo, la muerte es un tema esquivo, poco tratado por los medios de comunicación más allá del sensacionalismo diario y sinsentido, eliminado del ámbito educativo y todavía reacio a convertirse en una cuestión de dominio público. La muerte, como condición elemental que constituye el valor de la vida, es maltratado por una sociedad miope, patológica y autocompasiva. Tal elusión de la muerte, de cualesquiera reflexiones o debates, tiene una razón de ser histórica y específica. Por tanto, conviene eliminar de