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Mostrando entradas de 2019

En defensa de las razones

Hace un par de siglos, el filósofo alemán Immanuel Kant definió la Ilustración como la salida del ser humano de su autoculpable minoría de edad. Esta era definida como la incapacidad de usar el propio entendimiento sin la guía de otro; el polo opuesto a la minoría de edad sería la autonomía, que etimológicamente significa “darse uno su propia ley”. Ser ilustrado, entonces, equivale a ser autónomo, es decir, a fundamentar el sentido de la acción en razones. Las razones son los motivos que, con arreglo a ciertas categorías lógicas, esgrimimos para justificar una postura determinada ante una realidad o estado de cosas. El presupuesto último para que las razones sean vehículos adecuados de la argumentación descansa en el compromiso, digamos, ontológico en virtud del cual la arbitrariedad no permite dar cuenta de por qué algo es o, más bien, debería ser de tal o cual manera. De dicho compromiso se deriva una idea aún no explícita, a saber, que la renuncia de la razón nos deja en man

Una lectura biopolítica de la cuestión social

Nunca se me olvidará una frase de mi profesor de Derecho del Trabajo: “El Derecho Laboral no está ahí para favorecer al trabajador, sino para integrar un conflicto, el conflicto entre capital y trabajo”. Con este enunciado bien se puede construir una asignatura completa de casi cualquier rama de las Ciencias Sociales y Jurídicas. Es cierto, el Derecho del Trabajo –en general, cualquier disciplina jurídica– tiene su razón de ser en la solución de un conflicto de intereses individuales o colectivos. Esto, en principio, no tiene por qué ser malo; sencillamente, expresa una realidad.  Lo que se pone de relieve es que la llamada “cuestión social” (también llamada cuestión industrial, en referencia a la Revolución Industrial del XIX) puede ser leída de muchas maneras. Una de ellas –la más extendida– es aquella que incide en la lucha de los movimientos obreros en favor de los derechos sociales y económicos, cristalizándose todo ello en logros evidentes como la reducción de la jornada

Su sonrisa

Si hay algo que me gusta de ella es su sonrisa, sí, esa sonrisa encantadora que me cautivó desde el principio. Quizá fuera por la expresión, o tal vez porque la acompañan esos tiernos y profundos ojos, pero el caso es que su sonrisa me atrapó. Sonreír y reír, dos dibujos perfectos que dan cuenta de una belleza inconmensurable, solo al alcance de unos pocos. Mi privilegio consiste en ser partícipe de todo cuanto acontece a su alrededor. Amarla y estar con ella, presenciarla, pensarla, cuidarla y acariciarla. Cuando ella está, todo cambia; el ambiente se torna mas genuino, más real, más auténtico. Uno siente como el tiempo se detiene y el mundo deja de caminar. Por un instante, se pueden oír los casi imperceptibles susurros del corazón; me dicen cosas que ningún mortal puede escuchar. En mitad de las sombras, su mano me guía como el barquero por el río Aqueronte. Paulatinamente, el velo va cayendo y su figura se muestra con mayor claridad. De nuevo, su sonrisa, una sonrisa mágica, env