A lo largo de nuestra vida, tenemos experiencias de todo tipo. Trabajamos, disfrutamos del tiempo libre, dormimos, comemos, bebemos, nos enamoramos, nos enfadamos y así con un sinfín de ejemplos. La mayor parte de lo que nos ocurre es una mezcla de azar y decisión, de cosas que se escapan a nuestro control y otras que son fruto de nuestra voluntad; casi siempre podemos repetir o intentar repetir una experiencia o situación concreta, sobre todo si aquello nos resultó agradable. No obstante, hay un tipo peculiar de vivencias que no son repetibles, que son únicas, especiales, inigualables y, quizá por todo ello, eternas. En el camino de la existencia nos encontramos, en ocasiones, con momentos vitales que marcan el futuro y que, para bien o para mal, son inmutables. No podremos, en adelante, variar ni un ápice de esa decisión irreversible que determinó en parte nuestro destino. Como he dicho antes, la mayor parte de lo que nos ocurre es una mezcla de azar y decisión; sería estúpido...