Cifraba Heidegger la decadencia de nuestra cultura en el "Olvido del Ser". La constitución de Occidente, centrada en lo meramente óntico, termina desembocando en la "errancia". La "errancia" expresa esa deriva por lo inauténtico, ese vagar por un mundo imposible de habitar. Cortadas las genuinas y originarias relaciones con el Ser, el proyecto que es el hombre queda abocado al fracaso; ya no es posible el cabe-sí. El "Olvido de Ser" puede traducirse -hoy- en el olvido del Amor. El Amor, en tanto que sublimación de las pulsiones individuales en un objeto mayor, es el gran detestado por nuestra cultura consumista y depravada. El obcecado individualismo que nos es propio, reforzado por una economía de mercado semióticamente hiperexpresada, provoca la disolución del concepto de sujeto y, por tanto, también de la noción de responsabilidad. Toda relación de amor supone el respeto y el reconocimiento del "otro", mas esto no es posible en...