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Cómo escribir un ensayo en siete pasos

Escribir un ensayo es una tarea a la que, tarde o temprano, tiene que enfrentarse todo estudiante universitario. Por eso, estas siete recomendaciones van dirigidas a aquellos alumnos y alumnas que se ven en dificultades a la hora de abordar la escritura de un ensayo, sea este de la temática que fuere. El ensayo no es un escrito literario, esto es, no pretende narrar una historia mediante el uso de figuras que imprimen belleza al lenguaje. Tampoco es un artículo de investigación, en el sentido más puramente académico, toda vez que el ensayo consiste en la exposición argumentada de las ideas del autor sobre un tema, pero de manera fluida, sencilla y concisa. Así, el ensayo se diferencia del artículo académico en el empleo más laxo de las fuentes, en un alejamiento del rigor del investigador (que permite una expresión menos encorsetada de los argumentos) y en un lenguaje más accesible. No significa esto que el ensayo consista en la mera plasmación de una opinión; más bien, el ensayo busca la defensa de una tesis a grandes rasgos, de manera coherente y aportando una solución o enfoque original a una cuestión que se presume problemática. Hecha esta introducción, a continuación se exponen siete breves pasos útiles para escribir un ensayo.

1. Lo primero que hay que hacer antes de escribir un ensayo es pensar, pensar en qué se quiere escribir, desde qué enfoque o perspectiva, en qué época y contexto; y esto se hace partiendo de nuestras intuiciones o ideas preconcebidas al respecto. Este primer paso tiene el objetivo de demarcar el objeto futurible de nuestro ensayo, es decir, el tema, cuestión o pregunta que nos interesa y sobre el que queremos dar una posible respuesta y/o un tratamiento novedoso. 

2. El segundo paso consiste en leer. Por lo general, el error más frecuente empieza por aquí; el estudiante considera que no tiene idea sobre qué escribir, de modo que se pone a leer textos al azar, o tal vez a recomendación de algún profesor, esperando que el tema en cuestión le venga a la mente. Pero si se hace esto en primer lugar, se corre el riesgo de perder tiempo leyendo cosas que no tienen relevancia para nuestro ensayo; la selección de lecturas tiene que venir necesariamente después de haber pensado, siquiera un poco, qué es lo que nos interesa. 

3. Una vez hayas hecho algunas lecturas que te pongan en el "estado de la cuestión" del tema sobre el que versa el ensayo, debes sintetizar la tesis fundamental del mismo. En ocasiones, es útil hacer esto imaginando un título, o pensando una pregunta a la que, en teoría, tu ensayo daría respuesta. Imaginemos el siguiente ejemplo. Quiero escribir sobre la globalización; pudiera darse el caso de que, tras leer a determinados autores, me planteara la siguiente pregunta: ¿Es la globalización un proceso justo y equitativo? Si la respuesta es no, ya se puede empezar a articular mi postura, de tal modo que el ensayo podría titularse "El impacto de la globalización en la desigualdad", por ejemplo.

4. Tras esto, es importante articular el ensayo, esto es, tener más o menos claro que estructura va a tener. La originalidad del lector ya empieza a verse aquí de un modo mucho más claro, pues la propia organización de la idea, del hilo argumental que está a la base de la misma, posiblemente sea el paso más importante. Las conclusiones pueden ser más o menos parecidas a lo que otros han sostenido; ahora bien, el cómo se ha llegado a esas conclusiones puede suponer un aporte original que siempre es bienvenido. En esta parte, lo mejor es hacer un esquema de conceptos. 

5. Redactar el ensayo. Este ha de tener, como mínimo, tres partes: Una introducción en la que se esboza la problemática del ensayo y la estructura del mismo; un desarrollo donde se esgriman los argumentos esenciales de la postura del autor; y unas conclusiones sintéticas que tienen que ser consecuencia directa de las ideas expresadas anteriormente. Por supuesto, siempre hay que citar las fuentes que se empleen, dando así consistencia al texto.

6. Tras tener redactado el ensayo, es cuando se empieza a "escribir bien", a ponerlo bonito, como suele decirse. En este punto, además de la corrección ortotipográfica del ensayo, es cuando se revisa el número de párrafos o la coherencia interna de los mismos. A su vez, se revisa si están bien empleados los conectores discursivos o si hay alguna expresión excesivamente repetitiva que pudiera ser sustituida por un sinónimo. No tengas miedo a alterar el orden de la argumentación si lo crees conveniente, ni a borrar párrafos enteros. Cerciórate de que no hay ninguna parte del texto excesivamente confusa, tarea para la cual conviene releer tu trabajo imaginándote que eres un lector que no tiene ni idea sobre el contenido. Para este paso, siempre viene bien buscar listas de conectores discursivos, así como usar un diccionario de sinónimos en Internet.

7. Si tienes suficiente tiempo, deja reposar el ensayo unos días. Por norma general, el esfuerzo de escribir estará concentrado en unos pocos días o incluso en unas pocas horas, de suerte que tu perspectiva no va a ser neutral cuando intentes evaluar la calidad del producto final. Por eso, cierto distanciamiento siempre viene bien. Quizás tras unos días de reposo, y una relectura, llegues a constatar que hay partes mejorables que conviene cambiar, partes que en el momento de redacción obviaste por cansancio o por estar demasiado focalizado. 

Después de todo esto, podrás despedirte de tu ensayo con la certeza de que, al menos, es producto del trabajo y el orden, y que, aunque no necesariamente tiene por qué ser un ensayo brillante, sin duda alguna sí que será un ensayo trabajado y digno de ser valorado positivamente. 

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