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Para una crítica del capitalismo

La actual e inquietante situación mundial pone de manifiesto -si es que no era ya patente- las carencias de nuestro actual modelo socio-político. La crisis económica, política, social y ecológica no es sino el reflejo de nuestra obcecada  y persistente ineptitud para aceptar lo evidente: el capitalismo ha fracasado. En estos últimos veinte años (desde la caída del Muro de Berlín), el poder financiero se ha constituido como piedra angular de la economía, dominando todos los sectores de la población y sometiendo bajo su yugo al tan desprestigiado -y con razón- poder político. Ese ente abstracto denominado "mercado", cuya fuerza reside precisamente en su ubicuidad, se ha convertido en una herramienta de opresión y sometimiento; sus instituciones, no siempre visibles, componen un entramado complejo de relaciones de poder que sirven para mantener el "orden" de estado de cosas actual. Este "orden" beneficia a unos pocos, que se enriquecen con miles de millones explotando los derechos sociales de la inmensa mayoría. Deberíamos, dicen, estarles agradecidos porque ellos aportan el capital; olvidan, no obstante, que todo sistema que produce algo de sí es un sistema dinámico. Esta dinamicidad la aporta la fuerza de trabajo, no el capital.

Mientras tanto, una sexta parte de la población muere todos los años por desnutrición. Tan sólo un 20% de la población mundial acapara el 80% de las riquezas. Seguimos emitiendo entropía al medio y la huella ecológica está en el límite crítico. El crecimiento económico, basado en un desaforado consumo de combustibles fósiles y gases de tipo invernadero, está destruyendo nuestro pequeño planeta azul. La paradoja se hace presente para mostrar -una vez más- su carácter eminentemente irónico: a un lado de la valla, un jeque embotado en petrodólares, bañándose en su oasis particular mientras sus sirvientas le hacen la manicura; en el otro, un niño de 10 años enfermo de malaria, agonizante, implorando un poco de agua para él y su familia.

La ética nunca ha existido, y puede que nunca lo haga. ¿Cómo no ser un escéptico ante este panorama? Nos piden esfuerzos cuando la Iglesia Católica se lleva -en España- más de 10.000 millones de euros de dinero público todos los años. ¿Acaso no es inconstitucional no tener derecho a una vivienda? "Todo es objeto de transacción económica", rubrica el gran lema capitalista. Tal vez debamos revisar nuestros esquemas, tan arraigados en esos valores occidentales de competición y meritocracia. La naturaleza -siempre sabia- nos muestra como, en muchos casos, la cooperación es la mejor estrategia de cara al éxito. ¿O acaso alguien ve la Mano Invisible de Adam Smith por algún lado?


Comentarios

  1. Enhorabuena por tu entrada al mundo bloguero, por tu clarividencia y por expresarte tan bien. También te digo que estoy muy de acuerdo con lo que dices salvo en una cosa, lo del calentamiento por el CO2 y el invernadero. Es una absoluta mentira para cobrarnos hasta por respirar. Te lo digo por que estoy harto de oirlo en programas de radio alternativos del submundo de de la red. Si quieres ver lo que te digo, el programa que mejor lo explica (audio) veta a IVOOX y descárgate el programa sobre el cambio climático del programa "el sotano sellado" Dura 4h, pero una no es sobre este tema. Te va a gustar y te hará abrir los ojos a este engaño global promovido por tipos tan siniestros como Al Gore. Un abrazo y sigue así.

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  2. Muchas gracias Trapo Blanco; por tus comentarios y tus halagos. Haré lo que me dices y ya te comento. Un abrazo y gracias.

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