La primera frase que me viene a la cabeza a la hora de escribir esta reseña es No me he enterado de la mitad de la novela, pero aun así me parece una obra de arte. Vayamos por partes. En primer lugar, si todavía no has empezado a adentrarte en el majestuoso mundo literario de Haruki Murakami, te recomiendo que empieces ya. En segundo lugar, si vas a seguir mi consejo, te sugiero que empieces por el que posiblemente sea su mejor libro, a saber, Tokyo Blues. Esta recomendación atiende a la razón fundamental de que es un obra mucho más fácil de leer, menos extensa y con una calidad que supera cualquier otra creación del autor japonés. Por lo tanto, es más que aconsejable empezar por ahí. Dicho esto, comencemos el análisis del libro que nos trae aquí. Primero que nada, una reseña sobre una obra literaria como Crónica del pájaro que da cuerda al mundo debería saltarse cualquier resumen o sinopsis por ser inútil. No lo digo a mal. Posiblemente todos los resúmenes que podemos encontrar en la Red a propósito de este libro sean incapaces de dar cuenta, siquiera de un modo genérico, del contenido del mismo. Así pues, nos os aburriré con una introducción sobre qué es lo que ocurre en el libro. Eso no es lo importante. Lo importante es la forma y el tratamiento de la narración. No os exagero si os digo que la novela es adictiva y opiácea a más no poder. De no ser así, sería imposible mantener la atención del lector durante 900 páginas sin que decaiga el interés. Yo he tardado poco más de un mes en leer el libro, y ahora que lo he terminado siento en mí ese vacío cuasi existencial que sobreviene cuando algo o alguien que nos es cercano nos abandona. Si al terminar el libro acabáis con esa sensación, creo que podréis daros por satisfechos.
Así pues, cabe reseñar el estilo onírico y surrealista de la obra. La pluma de Murakami es densa, detallista e imaginativa como ninguna otra. Sin duda, estamos ante uno de los mejores escritores contemporáneos; no solo por su capacidad narrativa, sino también por la sutileza con que nos introduce en un mundo mágico e irreal que, sin embargo, se presta a invadir nuestras vidas reales, nuestra más pura cotidianidad. En ese sentido, Murakami representa una nota discordante con respecto al hiperrealismo de nuestras modernas sociedades capitalistas. En contraposición al banal, repetitivo y casi esquizofrénico modo de vida actual, basado en el consumo y la publicidad de las relaciones personales, Murakami nos presenta un mundo intimista, recóndito, un bálsamo de mesura y demora para el deleite del lector. En mi caso personal, las horas de lectura antes de dormir representan cada vez más esa tranquilidad tan necesaria para la lucidez. Y Murakami ha vuelto a conseguirlo.
El libro es una mezcla de géneros y técnicas narrativas donde aparecen temas tan dispares como el amor, la guerra, el sentido de la existencia, el mundo de los sueños o el miedo a la soledad. La construcción del arco argumental es un poco desequilibrada, pero consistente con el propósito del autor, a saber, sumergirnos en un mundo hipnótico y fantástico con el objetivo de implicarnos en esa difuminación de las barreras entre lo real y lo onírico hasta tal punto de hacernos dudar, como le ocurre al protagonista, Tooru Okada, de la propia seguridad de nuestras certezas. ¿Qué es lo real? ¿Soy libre de tomar las decisiones que de hecho tomo? ¿Cómo puedo saber que mi existencia no es una simple proyección, una cortina de humo? ¿Cómo distingo lo real de lo irreal?
Esas preguntas sobrevuelan de un modo constante el recorrido total de la obra, al tiempo que van emergiendo interrogantes y misterios de difícil solución. La aparición de personajes nuevos y, en consecuencia, de nuevas historias va poblando paulatinamente de dudas la mente del lector. Y la verdad sea dicha: Murakami no es muy proclive a cerrar sus obras con una explicación racional y final que satisfaga esas cosquillas de curiosidad. No lo hace a menudo, y es coherente con su estilo. ¿Qué sentido tiene dar una explicación a algo que, por su naturaleza, no es explicable? Al menos, no lo es en los términos clásicos a los que nos tiene acostumbrados la literatura. En su lugar, la metáfora, esa esquiva y simbólica amiga de viaje, está omnipresente y tiene un valor prácticamente inefable. Del mismo modo, es cierto que la cultura japonesa es tendente a encubrir lo real bajo misterios y acontecimientos de difícil explicación. Quizá sea en lo abstracto de la obra, en lo intrincado de su narración, donde resida el gran atractivo de la misma (en cierto sentido, guarda paralelismos más que importantes con 1Q84). Que uno vaya leyendo algo que es cada vez más difícil de explicar, más misterioso, y que además intuya que no va a tener una respuesta, y aún así continúe con la lectura es un mérito más que loable del autor. Por lo demás, Murakami nos deja capítulos, frases y reflexiones para la posteridad, regalándonos una obra de arte para el gusto de todo amante de la literatura. En síntesis, un libro más que recomendable y que a mí, personalmente, me ha cambiado la vida y la forma de ver las cosas. Como toda buena literatura, de hecho.
Qué lindo comentario! Me gustó mucho el artículo. Leí el libro hace ya unos años y es uno de los que más me gustan del autor.
ResponderEliminarGracias por el comentario, Ángel. Es un libro magnífico, unos de mis favoritos de Murakami junto a "Tokyo Blues" y "1Q84". Un saludo!
ResponderEliminarUna respetuosa reseña hacia la obra, un gusto leer a Murakami. Un gusto tu forma de contarnos sobre este libro que también a mí me cambió la percepción sobre muchos parajes de la vida. Gracias.
ResponderEliminarHola, Angela. Gracias ti por tus palabras. Sin duda, Murakami tiene ese halo de realismo mágico que invade y penetra en la vida de verdad, más allá del mero lenguaje o las palabras. ¡Un saludo!
ResponderEliminarDaniel me gusto tu reseña aunque apenas voy por la pagina 280 del libro y estoy encantada. Leer a Murakami es como ir en un barco a la deriva, sin prisa y sin angustia, disfrutando del vaivén de las olas.
EliminarDaniel me gusto tu reseña aunque apenas voy por la pagina 280 del libro y estoy encantada. Leer a Murakami es como ir en un barco a la deriva, sin prisa y sin angustia, disfrutando del vaivén de las olas.
EliminarHola, Ana Patricia. Gracias. Disfruta de las páginas, que luego saben a poco, a pesar de llegar casi a las mil. Como dices, con Murakami no hay prisa, pues leer es ir a la deriva. Un abrazo.
EliminarHe leído 18 novelas del autor, y por algún motivo que desconozco esta se me había escapado... hasta ahora. Gracias a tu reseña puedo anticipar que es "hermana" en ritmo y propuesta a otras como Kafka en la Orilla, La muerte del comendador y 1Q84.
ResponderEliminarGracias por el comentario, Luis. Efectivamente, la obra es hermana de otras del autor, por lo que -de seguro- disfrutarás de su universo. Un saludo.
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