Dentro de la amplia gama de posibilidades que ofrece el lenguaje cinematográfico, el manejo de las secuencias y los planos adquiere un papel esencial en la confección de la película. Por eso, es conveniente conocer los distintos tipos de planos y qué expresa cada uno. Así, cabe distinguir hasta siete clases de planos distintos, incluido el plano secuencia.
Para empezar, tenemos el plano general, que abarca la totalidad de un escenario natural o decorado. En él, la figura humana queda integrada en una objetividad mayor que sí misma, siendo característico la ausencia de rasgos típicamente humanos (no se permite la profundización psicológica en el carácter de los personajes). Este tipo de plano es muy peculiar del cine épico, donde las ideas de vida libre, fatalidad, lucha con la naturaleza, grandeza o impotencia suelen ser representadas. En el fondo, predomina en el plano general un uso descriptivo, histórico o no, acerca de una parte de la realidad. En segundo lugar, nos las habemos con el plano de conjunto. En el plano de conjunto se muestra la totalidad de un escenario donde uno o varios intérpretes tienen un contacto más próximo con la cámara. El ser humano aparece enmarcado en su entorno social o cotidiano, lo que permite crear un espacio cotidiano reconocible y próximo al espectador. En esta ocasión, interesa el decorado, el ambiente y la acción que se desarrolla en él. Frente al uso descriptivo del plano general, aquí tiene prioridad la función narrativa o dramática; o sea, la intención de contar una historia determinada.
En tercer lugar, está el plano medio. En este plano el personaje no se presenta entero, pues su cuerpo aparece cortado por el pecho o las rodillas (plano medio corto o plano medio amplio). La finalidad de este tipo de planos consiste en el análisis del personaje, el cual se halla ubicado a la altura del espectador y permite una lectura psicológica del mismo. En cuarto lugar, el plano cercano comprende la cabeza y los hombros de los personajes, con el consiguiente énfasis de la expresión sobre la narración. En efecto, la acción queda relegada en un segundo plano en pos de una mayor interacción con los elementos íntimos del personaje, su mundo subjetivo e interior. En quinto lugar, el primer plano enfatiza la propuesta del plano cercano. Su propósito es remarcar un objeto como una parte especial dentro del encuadre, generalmente una faceta del rostro del protagonista adecuada para expresar un determinado sentimiento o emoción. Constituye una incursión casi invasiva en las obsesiones, miedos o inquietudes del personaje. Con ello, pasamos al plano de detalle, donde se recoge un objeto al que se le da un relieve particular. Los planos en detalle suelen ser expresivos, cargados simbólicamente y muy breves. La función básica de este tipo de planos anida en romper la continuidad narrativa de las imágenes precedentes e introducir, de este modo, una nueva secuencia (recordemos que la secuencia es la unidad lingüística, espacial y temporal mínima de una narración cinematográfica).
Por último, mi plano favorito, el plano secuencia, que recoge en una sola toma continua la acción de toda una secuencia. Ello crea una atmósfera parecida a la del teatro, y obliga al espectador a interactuar con la escena por sí mismo. Tiene connotaciones fuertemente poéticas, y nos incardina de lleno en el mundo, subjetivo u objetivo, que el director intenta recrear. Grandes maestros en el empleo de este tipo de plano son Tarkovski, Kurosawa, Sokurov o Haneke.
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