Hace dos días se leía en El País que la deuda española ya superaba el billón de euros, lo que supone casi el 100% del PIB. La deuda del país al inicio de la segunda legislatura de Zapatero rozaba el 40% del PIB; tan solo oír la cifra ya debería de causar escalofríos a cualquiera que tuviese una idea mínima de economía. Para que el lector se haga una idea, EEUU, primera potencia económica del mundo desde 1874, tiene un PIB que gira alrededor de los 14 billones de euros; tras él están China (8 billones), Japón (4 billones) y Alemania (3 billones). España ocupa el puesto número 12.
Para quien no lo sepa, un billón es un millón de millón. A modo de ejemplo, España destina a educación el 0,8 % del PIB, una cifra que gira alrededor de los 10.000 millones de euros, mientras que para el pago de los intereses de la deuda destina un 19%, o sea, unos 200.000 millones de euros (ejercicio de 2013). A este respecto, cabe preguntarse porqué cojones la población -y esto es extrapolable a la casi totalidad de la civilización occidental- sigue empeñada en no mirar el problema de frente. No nos engañemos, la responsabilidad no es únicamente de nuestra deleznable casta política o los grandes bancos y fondos de inversión. Sin duda, sus decisiones han causado dolor y sufrimientos más allá incluso de sus "fronteras", pero el sustrato que hace posible una economía capitalista tan despiadada como esta es nuestro modo de vida. Sí, nuestro modo de vida asquerosamente consumista y depravado; un modo de vida que necesita del endeudamiento para su propia supervivencia, o sea, del empobrecimiento del resto del mundo (aproximadamente un 80% de población mundial). Pero claro, es más fácil revestirse de superioridad moral frente a los políticos y señalar con el dedo, cuando la mayoría desearía en realidad ser un Bárcenas o algo incluso peor (jamás olvidaré esa noticia en que se decía que los presos aplaudieron al unísono cuando Bárcenas entró en prisión por primera vez). Tal vez dentro de 50 años, cuando el desaforado consumo de combustibles fósiles provoque el mayor cataclismo ecológico jamás visto, hagamos examen de conciencia sobre nuestra conducta. El único "pero" es que será demasiado tarde.
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