Las series de televisión tienen por objeto el entretenimiento, el simple y afable entretenimiento. No en vano, las famosas sitcoms o 'comedias de situación' se definen por su intención clara e inequívoca de entretener al espectador; generalmente, crean espacios reconocibles y un argumento sencillo acompañados de un elenco variado de personajes bien caracterizados, los cuales posibilitan la identificación del espectador. Durante décadas, e incluso hoy, las sitcoms han dominando gran parte de la parrilla televisiva; no obstante, ha surgido con fuerza una corriente que entiende o que ve la serie como un lugar de reflexión, sobre todo de reflexión artística. Su objeto no es ya el entretenimiento, sino la producción de arte; series como "Breaking Bad", "Lost", "True Detective", "The Walking Dead" o "Juego de Tronos", entre otras muchas, nos han hecho ver que detrás de una historia puede y debe haber un significado allende la historia como tal. De eso trata el arte, a saber, del empleo de una plataforma visual, auditiva o lo que fuere, cuya meta última es la de impulsarnos hacia una dimensión nueva y desconocida de la cosa. Por eso, cuando un servidor ve un capítulo cualquiera de una de estas "nuevas series", se deleita con especial ahínco en la fase que viene justo después del visionado, esa en la que la reflexión viene por sí sola a mente como si de una invitación se tratara.
La capacidad de pensar este mundo, el real, desde las coordenadas de otro mundo, el ficticio, supone un punto de inflexión en la forma en que concebimos la naturaleza del arte. Según esta perspectiva, el arte no es sino el espacio que nos permite vivir las vidas que de otro modo no viviríamos. Es decir, el arte es creación de sentido, irrupción de un nuevo mundo. Asimismo, las series están a la base de la catarsis, la liberalización de nuestro pathos en una proyección digital irreal, que abre al mismo tiempo una brecha con nuestro mundo y nos brinda la posibilidad de pensarlo desde un afuera. Temas como el mal, el amor, la libertad, la vida, el poder o la supervivencia se ponen en juego en un entramado rico y profundo, tan rico y profundo que haría las delicias de los más grandes pensadores de la historia. En esto último, no albergo duda alguna.
La capacidad de pensar este mundo, el real, desde las coordenadas de otro mundo, el ficticio, supone un punto de inflexión en la forma en que concebimos la naturaleza del arte. Según esta perspectiva, el arte no es sino el espacio que nos permite vivir las vidas que de otro modo no viviríamos. Es decir, el arte es creación de sentido, irrupción de un nuevo mundo. Asimismo, las series están a la base de la catarsis, la liberalización de nuestro pathos en una proyección digital irreal, que abre al mismo tiempo una brecha con nuestro mundo y nos brinda la posibilidad de pensarlo desde un afuera. Temas como el mal, el amor, la libertad, la vida, el poder o la supervivencia se ponen en juego en un entramado rico y profundo, tan rico y profundo que haría las delicias de los más grandes pensadores de la historia. En esto último, no albergo duda alguna.
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