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La abstracción pospictórica y las Doce Reglas de Ad Reinhardt. Un antecedente del minimalismo

"Abstracción postpictórica" es un término muy amplio que engloba una gran variedad de estilos, pero que tienen en común una reacción contra lo pictórico y gestual, frente al subjetivismo y psicologismo propios de la generación del "Expresionismo abstracto" o "Abstracción pictórica", (Pollock, De Kooning y compañía), entendiéndose, en primera instancia, por pictórico el uso de color denso y expresivo. La Abstracción postpictórica, señala Javier San Martín, trabajó en los terrenos del reduccionismo y la especificidad del medio pictórico. En este sentido, la Abstracción pictórica se caracteriza por su enfásis en la autonomía del arte (un cuadro se caracteriza por ser un sistema autosuficiente, sin referencias ajenas a la plástica) y la importancia de la objetualidad (importa más la pintura que el soporte); en esto último, se ven claros antecedentes del minimalismo, otra corriente artística de neovanguardia de la que me gustaría hablar en otro post con más detalle.

Para comprender en profundidad el paso que va desde el “Expresionismo abstracto” o “Abstracción pictórica” a la “Abstracción pospictórica” es necesario recurrir a la exégesis de Wolfflin, (máximo exponente del formalismo), quien acuñó por primera vez el "término pictórico" en 1988, cuando se publica Renacimiento y barroco. En esta obra, aparece por primera vez su concepto de malerisch (painterly, pictórico, y eventualmente pintoresco, en su acepción vulgar) que alude, según Ocampo y Peran, a “la preferencia por lo inasible e ilimitado, la unificación de la composición, los juegos de luz y sombra, la fluidez de las formas. Lo pictórico y lo lineal o plástico son análogamente esclarecedoras en relación tanto a la Abstracción pictórica (Expresionismo abstracto) como a la Abstracción postpictórica. Si bien lo pictórico estaría vinculado con el Barroco y lo lineal y lo plástico con el Renacimiento, también lo pictórico estaría vinculado con el Expresionismo abstracto, mientras que la Abstracción postpictórica representa una reacción ante lo pictórico y, en mi opinión, estaría más bien vinculado con el concepto de lo lineal y plástico desarrollado por WölfflinSegún la lectura que Greenberg hace de Wölfflin y refiriéndose a estilos de las neovanguardias, pictórico “significa entre otras cosas borroso, poco nítido, quebrado, con pérdida de definición y contorno. Lo contrario de pictórico es claro, continuo y forma definida”. Para Greenberg, gran defensor del Expresionismo abstracto, dicho estilo inició su declive en cuanto fue estandarizado, cuando se redujo a un conjunto de maneras y gestos ante lo cual, inevitablemente, emergió la reacción postpictórica, una reacción más en contra de la estandarización que contra el estilo o la escuela, una reacción, sostiene Greenberg, más en contra de una actitud que en contra de la abstracción pictórica como tal. Ad Reinhardt, precursor de la “nueva abstracción” americana y del Minimalismo, el que formula los principios que mejor sintonizan con la Abstracción postpictórica en su texto Doce reglas para una nueva academia. Estas doce reglas se expresan, de un modo esquemático y abreviado, en la siguiente enumeración:

1.  Nada de textura
2. Ni pincelada ni caligrafía
3. Ni boceto ni dibujo
4. Sin formas
5. Sin diseño
6. Sin colores
7. Sin luz
8. Sin espacio
9. Sin tiempo
10. Ni tamaño ni escala
11. Sin movimiento (vs. futurismo)
12. Ni objeto, ni sujeto, ni tema

El desarrollo de las obras de Reinhardt  pone blanco sobre negro estas Doce Reglas en lo que habría de ser un vacimiento total de la obra en un intento de proponer soluciones plásticas a problemas plásticos; es lo que se conoce como "desarrollo interno de la obra". Al final de sus obras, los cuadros todas las posibilidades plásticas quedan absorbidas por el negro en una coherencia total con su plantemiento inicial. Esta tendencia desde figuras geométricas hasta el uso del negro, hasta la pureza, tiene interesantes connotaciones filosóficas de las cuales lamentablemente no podemos ocuparnos en profundidad ahora. Por otro lado, dentro de esta secuencia de la figuración a la Abstracción postpictórica y a la pureza propugnada por Reinhardt no es posible obviar como precedente a Kandinsky, que además establece un hermoso puente entre los primitivos y las vanguardias y pone sobre el tapete la invocada hasta la saciedad por Reinhardt idea de pureza: “Así surgió en parte nuestra simpatía, nuestra comprensión, nuestro parentesco espiritual con los primitivos. Al igual que nosotros, estos artistas puros intentaron reflejar en sus obras solamente lo esencial; la renuncia a la contingencia externa surgió por sí misma” (De Altamira hasta aquí, todo es decadencia—Picasso). Gran parte de los dardos de Reinhardt van a recaer sobre la pintura biográfica, sobre esa pintura que antes que pintura es vida, esa pintura donde quien toma la palabra no es la pintura, en realidad, sino la biografía del artista, el yo y la incandescencia espiritual de cada cual y sus circunstancias. Está claro, Reinhardt es un purista y un esencialista, pues “la ‘tradición’ del arte es el arte ‘fuera del tiempo’ (atemporal), simplemente arte, arte vaciado y purificado de toda referencia que no sea arte”.

Reinhardt no quiere dejar cabo suelto alguno en su texto Doce reglas para una nueva academia, de manera que tras dar unos breves consejos acerca de los materiales, insta a trabajar al verdadero artista en un estudio con unas dimensiones determinadas e insistiendo qué debe quedar a la vista y qué no en el propio estudio. Y para rematar la faena, Reinhardt estima que el artista debe de quedar libre de toda pasión, mala voluntad y error, de manera que la purificación le afecta también  a él, y no sólo a la pintura. Ética y estética se dan la mano en un proyecto emancipador que trae de vuelta el ideal ilustrado schilleriano.


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